martes, febrero 23, 2010

Tomlinson cierra un capítulo

El lunes LaDainian Tomlinson puso fin a su relación con los San Diego Chargers. Después de nueve años en la franquicia californiana, en los que presentó unos números de auténtico Hall of Famer, Tomlinson deja atrás una mala temporada y se presenta como uno de los grandes atractivos de la eterna offseason de la NFL.
Alguien que ha corrido 12.490 yardas y ha sumado 138 Touchdowns merece una atención especial. Es fácil que ahora vaticinen que nunca volverá a ser aquel corredor elegante y eléctrico que rompía cinturas con sus cambios de ritmo, pero de ninguna manera va a dejar de ser una de las estrellas de la liga. Parece que fue ayer cuando hizo su espectacular debut en 2002, pero lo cierto es que el tiempo no perdona y con treinta años a sus espaldas no le va a ser fácil renacer como jugador.

 
 Querido por aficionados y compañeros: un mito en San Diego

Su caso es el drama del jugador que necesita echarse el equipo a las espaldas para ser útil. El protagonista eterno ávido de responsabilidad, que no rehuye los flashes pero que donde habla mejor es sobre el campo. Maravilloso estilista y silencioso asesino. El que torpedea poco a poco las defensas para romperlas de golpe y correr cincuenta yardas dejando atrás, uno detrás de otro, a fatigados rivales. Nunca más volveremos a ver a ese Tomlinson, debemos aceptarlo. Pero podemos ver una nueva versión, menos espectacular, pero igualmente efectiva. Porque el talento no se desvanece de un día para otro.
Así pues, la reconversión de Tomlinson pasa por que mute en un buen jugador de equipo, precisamente lo que no supo hacer en San Diego. Su legado como jugador más determinante de la història de los Bolts queda irremediablemente atrás, pero eso no significa que deje de ser un jugador temido por las defensas. La liga esta llena de franquicias que apostarían por él, equipos con un sólido juego de pase que le pueden dar balones en condiciones tanto a la mano como partiendo de la posición de receptor y liberarlo de responsabilidades ofensivas. Se empieza a hablar de posibles destinos, habrá que estar a la espera. Mi apuesta personal: Green Bay.

sábado, febrero 20, 2010

Trade deadline: Jameson hace a los Cavs aún más favoritos



Ayer a las 9 de la noche (hora peninsular) estaba fijado el trade deadline, es decir, la fecha límite que todos los equipos de la liga tenían para poder incorporar -o deshacerse- de jugadores para lo que queda de temporada (en el plazo de un mes se podrán incorporar jugadores que hayan rescindido sus contratos). Como si del mercadillo de los domingos se tratase, los diferentes equipos se afanaron hasta el último minuto para cumplir los objetivos fijados, en algunos casos mejoras deportivas con las que ser más competitivos de cara a los play offs y en otros atendían a criterios económicos para reducir al máximo los costes después de una mala temporada. Los jugadores, como siempre en la NBA, pura mercancía al servicio de los equipos. Pues bien, en las próximas líneas haré un repaso de cuales han sido los movimientos más significativos del último día de mercadeo:



Antawn Jamison pasa a engrosar las filas de los Cleveland Cavaliers. Si alguien todavía albergaba alguna duda del miedo que tiene la franquicia de Ohio de perder a Lebron James, aquí tiene la última prueba. Los Cavs saben que este año es ganar o ganar. Si hay anillo, Lebron será feliz y seguirá. Si no hay anillo, Lebron se marchará y Cleveland iniciará una larga travesía por el desierto de la liga. Si antes de este fichaje ya se les consideraba como los grandes favoritos (actualmente el mejor equipo de la liga), después del fichaje de Jamison, que promedia más de 20 puntos y cerca de 9 rebotes por partido, parece la última muesca que quedaba para que el título en Cleveland se vea muy cerca. Pero este fichaje no sólo hay que verlo desde una perspectiva de aportación numérica, sino por la necesidad de Cleveland de incorporar a un hombre capaz de bregarse en la pintura. En Cleveland tienen muy presente el enfrentamiento del play off del pasado año contra los Magic en el que los de Orlando derrotaron a los de Ohio apoyados en una mayor fortaleza en la zona. Ahora ese juego interior quedará presumiblemente más igualado y Lebron debería hacer la diferencia. ¿Tendrá Antawn Jamison el mismo papel que la llegada de Pau Gasol a los Lakers en el trade deadline de hace dos temporadas?.



Kevin Martin cambia Sacramento por Houston. No es que vaya a ser un jugador que cambie radicalmente la fisonomía de los tejanos, pero si suplirá alguna de las carencias del equipo mejorando su competitividad. Es un movimiento acertado por parte de los dos equipos. Recordemos que Martin se lesionó en la pretemporada y no volvió hasta hace algo más de un mes. Con su baja y la de Francisco García (sus dos líderes) parecía que la temporada de los Kings se venía abajo, pero sorprendentemente se comportaron como un equipo tremendamente competitivo durante los primeros meses de competición, en gran parte gracias a la eclosión de su novato Tyreke Evans (muy probablemente será el rookie del año). Con la vuelta de Martin, lo que podía parecer una gran noticia, se convirtió en la peor posible, ya que jugaba en la misma posición que Evans el cual se vio obligado a jugar de base y las derrotas empezaron a llegar. Por ello el cambio es positivo para Sacramento ya que libera a Evans, el llamado a ser su jugador franquicia en los próximos años. 
 
Con respecto a Houston, aunque es evidente que los Rockets son un equipo en el sentido más amplio del término, es probable que no tuvieran ningún gran anotador en el team roster. En cualquier partido podía aparecer alguien liderando la anotación del equipo, pero ese vacío de liderazgo los hacía demasiado irregulares. Martin viene para hacer lo que mejor sabe: anotar. Hasta el momento promedia 19 puntos por partido pero con confianza puede ser ese líder en la anotación del que a veces ha adolecido Houston. Probablemente los tejanos no tengan ninguna opción de ganar el anillo, pero si es un fichaje que incrementa sus opciones de dar guerra y quien sabe hasta donde pueden llegar en una temporada en la que cabe recordar que no está por lesión el gigante Yao Ming.

Tracy Mcgrady y Sergio Rodríguez a la Gran Manzana. Hasta no hace demasiado tiempo ir a los Knicks era un sueño para casi cualquier jugador de la liga. Ahora, es lo más parecido a una pesadilla (obviamente hablamos de deporte ya que para casi nadie sería una pesadilla poder vivir en una ciudad como Nueva York). Los de la Gran Manzana llevan varios años hipotecándolo todo a este próximo verano. Todos sus movimientos en el mercado han ido dirigidos a un nombre: Lebron James. Evidentemente la sola llegada de James a un equipo lo hace ser ganador, pero en un deporte de equipo con un solo jugador no se gana el título. En todo este tiempo los Knicks se han encargado de dejar todo el espacio salarial posible para poder convencer a James, pero diría que se han olvidado que no sólo el dinero será clave para traerlo, sino también la idea de tener un proyecto competitivo con el que poder asegurarse el anillo (en el caso de que James no lo consiga esta temporada). Parece que en la última oportunidad de cambiar antes del deseado verano de 2010, los Knicks se han dado cuenta de este detalle y en esa situación se circunscribe el fichaje de Tracy Mcgrady. T-Mac es el típico caso de jugador impresionante al que las lesiones destrozan su carrera. Hace un lustro estaba sin discusión en el top 5 de los mejores jugadores de la liga, pero sus rodillas fueron lastrándole cada vez más. Ahora, parece que lleva varios meses en buen estado físico, aunque Houston (su anterior equipo) ya había perdido la confianza en sus rodillas. Parece que los Knicks quieren darle esta segunda oportunidad. Recordemos que McGrady tiene 30 años y por lo tanto, de respetarle las lesiones, todavía le quedan varios años más de buen baloncesto. Los próximos meses serán claves. Si sus rodillas aguantan, puede volver a ser un jugador importante en la liga y tal vez ser el elemento clave para convencer a Lebron de irse a Nueva York. Si sus rodillas dicen basta (y Cleveland gana el anillo) Nueva York habrá dicho adiós a su sueño de tantos años, Lebron se les escapará de las manos y con él sus sueños de volver a ser un equipo con aspiraciones al título.     
Para Sergio Rodríguez la llegada a los Knicks se convierte en la gran oportunidad de su carrera. Son muchos los que piensan que se fue a la NBA demasiado pronto y eso le ha pesado significativamente a la hora de hacerse un hueco en la liga. En Portland, un entrenador poco dada al juego imaginativo apenas le daba oportunidades. Se fue a Sacramento en busca de minutos y parecía que las lesiones de Kevin Martin y Francisco García eran un buen presagio para él. Pero ni así el canario consiguió jugar de manera regular en el equipo. Y ahora los Knicks, uno de los equipos de la liga con más carencias en la posición de base. Ahí juegan Chris Duhon (uno de los jugadores con mayor capacidad para tirar piedras de la liga) y Nate Robinson (el cual se fue a los Celtics). Por lo tanto, el camino parece despejado para que Rodríguez disponga de muchos minutos en un equipo que no aspira a play off y, por lo tanto, en el que no tendrá la presión de ganar cada partido. Llegó el momento que llevaba tanto tiempo reclamando, si no aprovecha esta oportunidad tal vez será hora de asumir que la NBA no es para él y seguir buscándose la vida en el baloncesto europeo.

Para no extenderme en exceso, el resto de movimientos destacados de este último día de traspasos lo haré de forma telegráfica:
Chicago cambia a Salmons por Warrick y Alexander. El movimiento no tiene ninguna incidencia real en el equipo de esta temporada, pero sí que puede ser visto como un intento de liberar espacio salarial para jugársela e ir este verano a por Dwyane Wade, recordemos oriundo de la ciudad del viento, y con Wade, lo más parecido actualmente a Michael Jordan, convertirse en claro favorito al título.
 Milicic a los Wolves. Hay que seguir con cierta lástima la carrera de este serbio. En el 2003 Detroit escogía en el segundo puesto del Draft y se decantaron por este prometedor jugador balcánico. Esto no tendría ningún interés si no fuera porque detrás de él salieron consecutivamente Carmelo Anthony, Chris Bosh y Dwyane Wade (no hace falta decir nada más). La carrera de Milicic, perseguido por tan altas expectativas, ha resultado un fiasco absoluto y probablemente Minesota será su última parada en la liga. El año que viene, volverá a Europa intentando convertirse en un jugador cuanto menos digno.
Celtics adquieren a Nate Robinson. Kriptonita para los amigos es un jugador que luce mucho en concursos de mates, pero no sé hasta que punto su aportación a un equipo puede resultar incluso nociva debido a ese excesivo gusto que tiene por ser Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como). No cabe duda de que cuando está enchufado puede ganar un partido el solito, pero no sé hasta que punto Boston va a mejorar con su fichaje.

Ha habido otros movimientos menores pero los aquí expuestos son básicamente los más destacados en lo que se refiere al último día del mercado NBA. Ahora, sólo unos meses por delante para conocer si los Lakers revalidan el título, si Lebron consigue su primer anillo, o será para Howard, para el Big Three de los Celtics o tal vez para Carmelo. Varios contendientes y un único objetivo: ganar.
Y al acabar la temporada, llegará el momento que media liga y muchísimos fans en todo el mundo estaban esperando, el verano en el que jugadores como Lebron James, Dwyane Wade, Chris Bosh, Amare Stoudamire, Carlos Boozer o Joe Johnson acaban contrato y son libres para fichar por quien quieran. El verano en el que un equipo puede pasar de verse abocado a varios años de penurias deportivas a convertirse en nuevo favorito al título. De la decisión de estos y otros jugadores de la liga dependerá la nueva realidad de la NBA para la temporada 2010/2011. Todo llegará.

Iván Sobrino

lunes, febrero 15, 2010

Bienvenidos al espectáculo del ¿All Star?

Este fin de semana ha tenido lugar en Dallas el pseudo fin de semana de las estrellas de la NBA. Y es que si hay una palabra que defina lo que ha sido el nivel mostrado sobre la pista esa sería DECEPCIÓN. Si yo fuera David Stern -el mandamás de la liga- andaría bastante preocupado con el producto que le estoy vendiendo a los seguidores de la liga en todo el mundo. Y es que si tenemos en cuenta que este fin de semana debería servir para que los mejores jugadores de la competición mostrasen de lo que son capaces (tanto individual como colectivamente), si lo que se ha visto es su verdadero nivel, la verdad es que la cosa pinta bastante mal.
Pero como diría Jack el Destripador, vayamos por partes:

Día 1
Como marca la tradición, el fin de semana se abre con el partido que el viernes noche en USA (en España las tantas de la madrugada) enfrenta a los mejores jugadores de primer año en la liga contra los que ya tienen un año de experiencia o expresado a lo yanqui, el partido que enfrenta a los rookies contra los sophmores. Expresado a mi manera sería el partido que enfrenta a chicos de barrio contra chicos de barrio para ver quien la tiene más larga o quien mea más lejos, y es que el encuentro, de partido de baloncesto tuvo bien poco. Cuando uno ve a Marc Gasol en un partido como este no puede dejar de preguntarse si realmente juega al mismo deporte que los demás. Que tiene que ver un blanquito de 2,13 y 120 kilos, sobrio, serio en el juego, con buenos fundamentos técnico-tácticos con el resto de negros, fibradísimos, con una atleticidad fuera de toda duda pero cuyos fundamentos, en la mayoría de casos, dejan mucho que desear. Son atletas saltarines no jugadores de baloncesto. Cuando uno ve un partido así piensa si se han inventado una modalidad nueva en la que el baloncesto se convierte en un deporte individual y en el que lo único que importa es que al día siguiente cuando la gente repase los números del partido, saber que estarás entre los mejores. Destacar por encima de todo la tremenda efectividad en el tiro (modo irónico: on) de los jugadores de segundo año. Después de que Gallinari metiese el primer triple, los campeones se enfrascaron en tirar pedrada tras pedrada hasta fallar 19 tiros seguidos. Tuvo que venir nuevamente el italiano (parece que los americanos cada vez tiran peor) para enseñarles que el objetivo no es que la pelota rebote en el hierro sino que tiene que entrar. Lo dicho, nefasto ¿partido? en el que ni siquiera voy a dignarme a decir el resultado. Lo único positivo es que el mediano de los Gasol ya no tendrá que jugar más este esperpento.

Día 2
Llegamos al sábado, día de concursos en el que, hablando en serio, sólo importa mínimamente el concurso de triples y un poco más el de mates. Siguiendo el hilo del primer día de competición, parece que los americanos están empeñados en darme la razón y seguir tirando de tres de una manera lamentable. En el concurso estaba el campeón del año pasado, Daequan Cook, y algunos jugadores que tienen los mejores porcentajes de tiro de la liga. Pues si estos son los mejores... casi preferiría que participara en el concurso Shaq y así al menos te ríes un rato. Y ahora vayamos a los fríos datos para ejemplificar lo que digo. Si el máximo que puede hacer cada tirador son 30 puntos, en la primera ronda el mejor de todos hizo 17, lo que se traduce en que el mejor tirador hizo un pobre 56%. Repito, si contamos que son los mejores y tiran solos y aún así apenas son capaces de pasar del 50%, la cosa pinta muy mal. Luego llega la final, gana Paul Pierce con 20 puntos (medianamente decente) pero es que Chauncey Billups, uno de los mejores bases de la liga, hace 14 puntos (46%). Vamos que la calidad del concurso fue para pegarse un tiro.
Pero uno sigue teniendo fe, sabe que ahora llegan los mates y eso siempre activa al personal. Aún con el bajonazo de la no participación de Lebron, había cuatro buenos matadores dispuestos a dar espectáculo. Y sí, efectivamente, el término matador nunca estuvo tan bien escogido, después de ver el concurso, especialmente en lo que respecta al otrora respetado Gerald Wallace (gran concurso en el 2002) y al favorito de casi todos Shannon Brown. La verdad es que uno piensa en muertes violentas después de ver espectáculos como este. Aunque uno ya empieza a cansarse de que siempre gane un tío cuyo mérito es ser bajito y saltar mucho (no aporta nada más que eso), lo cierto es que Nate Robinson se mereció de largo la victoria. Uno piensa en concursos como el del 88 (Jordan vs. Wilkins) o en el de hace justo 10 años (Carter-McGrady-Francis) y la verdad es que resulta muy triste ver como cada año el nivel es más bajo que el anterior. Al menos el año pasado entre Superman y Kryptonita montaron el show. Este año, ejem, dejémoslo aquí.

Día 3
Y hubo que esperar al tercer día para ver algo parecido a lo que los americanos quieren vender como la mejor liga del mundo. Sabiendo de antemano las connotaciones que tiene un partido como este, al menos hubo espectáculo del bueno, hubo buenas transiciones, buenos mates, momentos para la diversión, alley oop a tutiplén, bases de calidad (Steve Nash y Deron Williams juegan a otra cosa) y para mi gloria personal, el gran Dwyane Wade fue elegido MVP del encuentro.
El partido empezaba con un cierto bajón después de las bajas por lesión que se produjeron en las últimas semanas, destacando especialmente la ausencia de Kobe Bryant y ese duelo que hubiesen vendido hasta la saciedad entre éste y Lebron (¿lo veremos en la final de la NBA?) pero lo cierto es que había jugadores de sobra para ofrecer algo de interés después de dos días lamentables.
Lo mejor fue la igualdad que se produjo hasta el final. Normalmente cuando uno de los dos equipos se va en el marcador, el último cuarto suele decaer pero este año se vivió el mejor último cuarto de los últimos años, ya que esa igualdad propició que saliera el carácter competitivo de todos por acabar llevándose el gato al agua. Pero el final fue el perfecto para cuadrar el círculo y concluir de la manera más realista posible este decepcionante All Star. Con victoria para el Este de 2 y última posesión para el Oeste, Carmelo la coge, se para tras la línea de tres y lanza... ¿Alguien tiene alguna duda de cómo acabó?. Efectivamente, el triple no entró (por poco ni toca aro) y el Este venció.

Iván Sobrino

jueves, febrero 11, 2010

La ciudad de la alegría

Y los New Orleans Saints ganaron la Superbowl. 
Recuerdo que esa misma afición que el domingo se echaba a la calle para celebrar que sus Saints estaban por fin en lo más alto, hace escasos cinco o seis años acudía al Superdome con una bolsa en la cabeza para ilustrar la vergüenza que sentían respecto a su equipo. Eran la auténtica cenicienta de la NFC, el único equipo que, junto con los Lions, nunca había acudido a una Super Bowl. Tenían que soportar en su división a unos Buccaneers campeones, a unos Falcons espectaculares (con el otrora estelar Michael Vick) y a unos Panthers que, con menos de diez años de historia, ya habían sido capaces de plantarse en una gran final (aquella que perdieron ante los Patriots en Houston). 
Y luego llegó el Katrina. 
Los efectos del huracán, en agosto de 2005, destruyeron gran parte de una ciudad que todavía hoy intenta salir a flote. El Louisiana Superdome dejó de acoger football profesional para dar cobijo a los refugiados que se habían quedado sin hogar. Las imágenes de una Nueva Orleans derruída y deprimida, maltratada por la ineficacia de la adimistración Bush, daban la vuelta al mundo.
En lo deportivo, empezaba el periplo de los Saints lejos de su ciudad (en Baton Rouge mayoritariamente) y una carrera contrareloj para devolver el equipo a la ciudad. 

 Los efectos del Katrina con el Superdome de fondo

El 24 de setiembre de 2006 los Saints estaban de vuelta. Y lo hacían con el aire fresco que aportaba el joven Sean Payton en la banda, el eléctrico ex trojan Reggie Bush como referente para el futuro y un Drew Brees que todavía estaba por explotar como apuesta de futuro. En aquel partido ganaron de forma brillante a los Falcons. Daba la sensación que una fuerza se había apoderado de una franquicia que llevaba lustros jugando sin espíritu. La plantilla tenía ganas de devolver la sonrisa a la ciudad. Aunque no fuera más que fútbol americano y pese a que nada de aquello repararía tanto dolor, los Saints lo querían intentar. Aquella temporada los Saints sorprendieron a todo el mundo y llegaron a la final de la conferencia nacional. El potencial estaba ahí, sólo hacía falta un pequeño empujón para que los de la flor de lis empezaran a soñar. 
Un nuevo intento fallido la pasada temporada, un impecable potencial y la adquisición de veteranos como Darren Sharper o el Tight End Jeremy Shockey, eran argumentos más que suficientes para creer que el 2009 podía ser el año de los de Louisiana. A medida que pasaban los partidos, era cada vez más palpable que los de Sean Payton aspiraban a todo. Con un juego espectacular, millones de recursos ofensivos y una defensa capaz de infundir respeto, se plantaron en las eliminatorias por el título con un balance de 13-3. Destrozaron a los Cards en la divisional y se aferraron a su suerte ante los Vikings de Brett Favre. La grandeza de estos Saints es la confianza en sí mismos. Como espejo de una ciudad que, con todo, nunca perdió su autoestima, se plantaron en Miami porque creían en ello más que nadie. Así derrotaron a los Colts, con valentía. En fin, la gloria es para los valientes.

El entrenador en jefe de los Saints, Sean Payton, con el Vince Lombardi Trophy

miércoles, febrero 03, 2010

El juego terrestre

Todo está preparado para la fiesta del domingo en Miami. Los que son sin duda los mejores equipos de la NFL (este año no hay dudas, lo han demostrado sobradamente) se verán las caras en la Superbowl XLIV. Hacía años que no se llegaba al super domingo con dos contendientes tan igualados. El pasado año con los soprendentes Cardinals plantando cara a los Steelers, hace dos con los Giants ganando contra pronóstico a los hasta aquel momento perfectos Patriots, hace tres con unos duros Bears que, tal y como quedó demostrado, poco podían aspirar contra, quizás, los mejores Colts de todos los tiempos,... todo Superbowls con un claro favorito y una víctima aparente. Lo del domingo es otra historia, es la esencia pura de una final absoluta: dos equipos a un nivel parejo y pronósticos que deben buscar su justificación en pequeños detalles que, por otra parte, pueden ser anulados en cualquier momento.

Los Colts juegan su segunda Superbowl en tres años y, por lo tanto, tienen el plus de la experiencia. Los Saints son los aspirantes, los que tienen que canalizar la novata ambición de un quarterback con la experiencia contrastada de Drew Brees, para que se haga notar en el campo. Los factores psicológicos son muy importantes, no hay duda. Pero a la vez son tan difíciles de barajar, que los equipos se deben centrar en sus posibilidades deportivas.
Las de los Saints, a mi modo de ver, pasa por el juego de carrera, tanto en ataque como en defensa. Si comparamos el potencial terrestre que tienen ambos equipos nos damos cuenta rápidamente que, estadísticamente, no hay color. Sin ser el mejor en ese aspecto, la capacidad corredora de los de Nueva Orleans es mucho mayor que la de Indianapolis. Los Colts han sabido tapar sus carencias con otras virtudes (centradas en el juego aéreo), pero a nadie se le escapa que son, en yardas por partido, el peor equipo de la NFL en lo que a juego terrestre se refiere, con alredor de 70.


Reggie Bush y Pierre Thomas deben ser decisivos

¿Cómo pueden aprovechar esta circunstancia los Saints? Buscando el dominio del balón. Mike Bell, Reggie Bush y Pierre Thomas forman un mounstruo de tres cabezas que da una frescura constante al backfield de los de Sean Payton. Con una enorme versatilidad, deben ser los corredores los que revolucionen el juego atacante de los de Louisiana, tanto torpedeando la defensa por el centro, como jugando abiertos para recibir pases. Así pues, confiando en el buen hacer de sus corredores en ataque, ante una defensa que no se puede
considerar dominante, debe conseguir hacer secuencias ofensivas largas, que mantengan a Manning fuera del campo durante mucho tiempo. En defensa, ya con el MVP en frente, la consigna debe ser la contraria. Rentabilizar la única debilidad de la ofensiva del rival. Los Saints deben concentrarse en evitar las carreras de los Colts y obligar a Manning a lanzar más pases de los deseados. A partir de aquí, ya sólo les queda rezar para que su fabulosa secundaria tenga el mejor día de su carrera.

Carlos Martín Rio

jueves, enero 28, 2010

La justicia del espectáculo

El próximo 14 de febrero la NBA llega a la 59ª edición del AllStar Game, día en el que las rutilantes estrellas de la NBA se aglutinan para el disfrute del personal. Tras el aperitivo que proporcionarán el partido entre rookies y sophomores y los tradicionales concursos de triples y mates llegará el esperado partido entre los mejores jugadores de la liga. ¿Los mejores?. Esa es la pregunta que muchos seguidores acaban haciéndose una vez se publican los resultados definitivos de los cinco titulares de ambos equipos, votados, no lo olvidemos, por el público de todo el mundo. Si en años anteriores la controversia se centró en la ingente cantidad de votos con la que los chinos aseguraban la presencia de Yao Ming (incluso muy cerca estuvieron de conseguir llevar al mediocre Jianlian), este año, además de la puñalada al orgullo patrio que el jugadores de los Clippers Chris Kaman perpetró al considerar que Gasol no sería merecedor de participar, dos son los personajes que han centrado toda la atención: Allen Iverson (el cual ha entrado en el cinco inicial del Este) y Tracy McGrady (que no lo logró en el Oeste por un pequeño puñado de votos).




Allen Iverson, sinónimo de espectáculo

Si entráramos a valorar únicamente el merecimiento que han hecho ambos por ser de la partida la respuesta no podría ser otra que ninguno, o al menos, no los suficientes en comparación a otros jugadores que han mostrado un nivel superior al de las dos citadas estrellas. Pero aquellos que critican que el sistema de votación es injusto se olvidan de un pequeño matiz en el cual se enmarca el deporte en los Estados Unidos: el espectáculo por encima del deporte. Hecha esta consideración, que sentido tendría organizar un evento lúdico-festivo como el del AllStar en el que la competición no existe, en el que sólo importa el disfrute de todos (jugadores, asistentes al evento y espectadores en todo el mundo), sin jugadores que aseguren ese espectáculo. Y siguiendo esta lógica, no creo que nadie que haya visto el partido en años anteriores pueda negar que tanto Iverson como T-Mac lo han proporcionado y en altas dosis.
El público vota. El público decide. Esa es la realidad, y aunque pueda ser discutible, es un sistema totalmente democrático. Además, los entrenadores se encargan de conformar el resto del equipo, con lo cual el tema de los merecimientos queda compensado.
Pero lejos de pensar en merecimientos deportivos, nadie debería olvidar esa lógica del baloncesto americano en la que el espectáculo debe primar por encima del resto.

Iván Sobrino

miércoles, enero 27, 2010

Darle sentido a la Pro Bowl

El próximo domingo se inicia una nueva etapa en la historia del partido de las estrellas de la NFL. Por primera vez, el duelo anual en los mejores jugadores de la Conferencia Americana y la Conferencia Nacional se jugará una semana antes de la Superbowl. Además, el partido se trasladará desde Honolulu (ciudad que lleva albergándolo desde 1980) hasta Miami, sede de la Superbowl el domingo siguiente a la Pro Bowl.
Desde hace unos años la NFL buscaba una formula que le diera una razón de ser un partido que con el tiempo se había ido devaluando. No nos engañemos, el fútbol americano no es un deporte dado a exhibiciones de habilidad de estrellas al nivel de lo que pueden ofrecer las otras tres grandes ligas norteamericanas. En la NBA y en la NHL, por ejemplo, la ciudad que acoge el All Star disfruta de un fin de semana lleno de alicientes: concursos de habilidades, actuaciones musicales y, como no, un partido en el que las figuras de la liga se dedican a impresionar al personal con mates, piruetas varias y movimientos imposibles con el stick. En el caso de la MLB, la liga profesional de béisbol, desde hace siete años la conferencia ganadora del partido de las estrellas logra la ventaja de campo para su representante en las Series Mundiales.
¿A qué se puede agarrar el deporte del balón oval? Sabemos que la NFL no es la NBA, y que un partido de fútbol americano jugado a medio gas, no tiene los alicientes que se pueden encontrar en el baloncesto. Tampoco parece muy probable que la NFL organice concursos de habilidades para sus estrellas. Aunque podría ser una fórmula muy interesante, habría que trabajarla muy a conciencia, puesto que se trata de una idea que partiría absolutamente de cero. Y en lo relativo a la decisión (acertadísima) que tomó la MLB, no hace falta decir que sería absurda en una liga que se decide a un partido en campo neutral.


Peyton Manning y Jake Delhomme se preparan para una barbacoa-partido

Es sin duda un camino difícil el que tiene que recorrer la Pro Bowl, aunque lo que ha sucedido este año es un primer paso para convertirlo en un espectáculo más atractivo. Encuadrar dicho partido, de alguna manera, en el conjunto de los actos que rodean a la Superbowl, puede ser un acierto que devuelva a gran parte del público el interés. Incluso el hecho que se celebre en la misma sede de la Superbowl puede ayudar (pese a esto, hay que decir que el año que viene el duelo NFC-AFC se jugará de nuevo en Hawaii. Un contrato es un contrato).
Hay que partir de la base de que es imposible evitar que muchos jugadores se borren una semana antes del partido por lesiones de dudosa existencia o que los que participen no jueguen al 100%. Pero darle un giro a una propuesta cansada después de 30 años de monotonía absoluta no puede ser, de ninguna de las maneras, negativo.